Me despojo de tus sentimientos y me olvido de quien solías querer ser.
Acepto quien eres.
No por tu palabras.
Si no por el reflejo de tus actos.
Me hago a un lado.
No te comprendo.
No te escucho.
Ni te atiendo.
Sólo te respeto.
Pero vale más que negar que no te escucho.
Que fingir que te atiendo.
Y que creer que te comprendo.
A medio tiempo.
Ya nada nos remite.
Sólo un pecado contigo comparto.
La soberbia de MIS valores.
La soberbia de TUS propias conclusiones.
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