domingo, 12 de septiembre de 2010

Hay enamorados que no se aman.

Perdónala hasta llegar a entenderla.
Ella no tiene culpa
de tanto yerro
en su lacónico deambular.
Ella se vuelve adusta
al temer amar.
Tambien es verdad
que tu conoces
como si fuera ayer
esos mustios caminos
del amar.

Muchacha
Éste óbice
vuelve pedregoso
su níveo camino
genuino puente de palabras
que por muy acoquinados
que se encuentren
conocen y no admiten
que no hay unión
más tangible
entre tu y él.

Zagal deja de dilapidar
el inmarcesible destino
que con picardía
te llevo a mecer
en brazos dadivosos
y a encallar como novato
en el más inocuo
amar.

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